Portada del libro |
Pasaron por "El Basilisco" una lista más que interesante de artistas visuales nacionales y extranjeros, y entre ellos el tucumano Pablo Guiot, quien hacia el año 2005 participó de estas.
Un dato fundamental de la publicación: es gratis, lo que la hace aún más imperdible, y se la puede descargar en línea en formato pdf en el vínculo de la residencia; en virtud de esta generosidad de su difusión, dejamos un resumen de la introducción del mismo.
Tengo que agradecer por este medio la enorme amabilidad de Esteban y Tamara en responder mensajes y mails para hacer esta nota.
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Nicolas Lelièvre / Renaud Herbin (Francia)
still de video animación,
Buenos Aires, 2005.
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Otra necesidad era la posibilidad de pensar y vivir nuestro contexto en toda su complejidad; superponiendo lo local con el contexto del país, con lo regional y lo internacional. Nos pareció que la forma más productiva de luchar contra los estereotipos, tan nocivos para la recepción de nuestro trabajo como artistas, era a través del conocimiento directo del otro. No pretendíamos cambiar el mundo, pero sí sabíamos que con poco, podíamos enriquecer el pequeño mundo de cada uno de nosotros.
Durante todo ese proceso tuvimos la suerte de mantener un diálogo muy fluido con el Triangle Arts Trust, importantísimo en términos de debatir ideas previas al inicio del proyecto. [...] Desde Triangle nos habían impulsado a organizar un work-shop en Buenos Aires, que consistiría de un encuentro de dos semanas de duración en un lugar aislado, con una veintena de artistas argentinos y extranjeros. Aunque claramente la idea tenía su atractivo, estábamos convencidos de que lo que más hacía falta era una experiencia continua, un ámbito de intercambio disponible como una constante, más que como una excepción. Coincidiendo con la crisis, el primer intento de comenzar con la residencia en el 2001 fracasó (aunque sólo en términos de iniciar nuestro proyecto) [...]. En ese momento coexistían distintos circuitos de artistas sin demasiado contacto entre sí, ni con otros del exterior o de las provincias. Aunque la serie de charlas cumplió con una parte de lo anhelado, durante 2002 y 2003 continuábamos pensando en la posibilidad de construir un espacio donde los artistas pudieran explayarse libremente, y fue en junio de 2004 que ya entre los tres, Cristina, Esteban y yo, dimos inicio al proyecto que continuó hasta principios de 2009.
El motor
[...] Y ahí estaba el verdadero motor; el contacto palpable con el proceso del conocimiento, el procesamiento de lo nuevo y diferente. Cuando uno llega a un lugar desconocido, no para de preguntar y traducir, buscando formas de abordar y aprender lo nuevo. Con la llegada de los artistas a nuestra ciudad por primera vez, se formularon nuevas preguntas acerca de lo que ya conocíamos, de lo que ya (supuestamente) entendíamos. Entonces, ¿en qué consiste el conocimiento, si se revela tan mutable? ¿Cómo funciona el aprendizaje, ese mecanismo de incorporar ideas y sensaciones nuevas?
[...] Y ahí estaba el verdadero motor; el contacto palpable con el proceso del conocimiento, el procesamiento de lo nuevo y diferente. Cuando uno llega a un lugar desconocido, no para de preguntar y traducir, buscando formas de abordar y aprender lo nuevo. Con la llegada de los artistas a nuestra ciudad por primera vez, se formularon nuevas preguntas acerca de lo que ya conocíamos, de lo que ya (supuestamente) entendíamos. Entonces, ¿en qué consiste el conocimiento, si se revela tan mutable? ¿Cómo funciona el aprendizaje, ese mecanismo de incorporar ideas y sensaciones nuevas?
En el mismo sentido, Avellaneda, o más bien Piñeyro -un barrio común y silvestre- se ofrecía como un lugar concreto y real, marcando un contraste con el circuito de los espacios de arte. Antiguamente el barrio fue formado por trabajadores, muchos de ellos extranjeros, y este hecho sin duda enriqueció la interacción que los vecinos tenían con los artistas visitantes.
Seth Wulsin (EE. UU.) Drops in Decay, vista de su instalación en El Basilisco, 2007. Fotos: Gustavo Barugel. |
[...] En la coyuntura específica del arte argentino en los años que siguieron a la crisis, frecuentemente se hicieron generalizaciones que definieron a todas las iniciativas de artistas con la etiqueta del ‘colectivismo’. Lo que en muchos casos fue una cuestión simple de aunar o sumar esfuerzos estratégicamente frente a la adversidad, en la percepción general llegó a un extremo, adquiriendo los proyectos colectivos un aura de sacrificio del ego con cierto aire de secta o militancia política. En medio de ese clima, nuestra posición resultaba poco correcta; siendo tres, fuimos calificados como un grupo de artistas, pero no profesábamos renunciar a la individualidad ni subsumirla en una entidad mayor. Seguimos pensando que el tema de la autoría es tan personal y complejo que poco sentido tiene tildar una forma u otra de mejor o peor, de más o menos noble. La forma en que cada uno lleva adelante su práctica se ve reflejada en las obras o proyectos, y no nos servía de nada categorizar prácticas artísticas según el formato de la autoría (grupal o individual), el tema (político, de género, etc.) o algún aspecto formal o técnico. En este sentido, no buscábamos ninguna ‘estética’ en particular, y no terminó generándose una ‘escena’; hubo un recambio continuo de distintas formas de ver y de trabajar, y por consiguiente, las personas que frecuentaban la residencia y los círculos sociales adyacentes también iban metamorfoseándose constantemente. Si existió un denominador común entre los visitantes más asiduos a la residencia, fue cierta apertura y amplitud de interés, un afán para escuchar tanto como para hablar, y preguntar tanto como contestar.
Hubo quienes interpretaron esto como una postura anti-comercial. Lo que intentábamos crear era un ámbito libre de reglas comerciales como un paréntesis (no como una negación) por la simple razón de que generalmente van a contrapelo de las necesidades creativas. El proceso creativo involucra cierto riesgo, y ningún mercado o inversionista quiere riesgo (real); y en el arte, el riesgo calculado o simulado es una receta para la mediocridad. Ese riesgo dentro del proceso es, a veces, imperceptible. [...] Puede tratarse simplemente de una manera diferente de pensar, o de incursionar por primera vez en un campo ajeno, con altas probabilidades de un desenlace torpe, fallido o postergado. Puede ser divertidísimo, o un tormento insoportable; lo que es imposible es saberlo de antemano. [...]
Aunque ahora cuesta creerlo, cuando comenzamos a buscar apoyo de instituciones locales en el año 2003, primero había que explicar la idea de una residencia de artistas y justificar la necesidad y los beneficios a largo plazo para toda la comunidad de un proyecto de esas características, y solo entonces pudimos solicitar el financiamiento para hacerlo. [...] Una vez que logramos que una institución local respondiera con entusiasmo a la propuesta (Fundación Proa), otras se sumaron con más confianza. Aprendimos mucho en el camino que transitamos hacia la “legitimación” del proyecto en el ámbito local, tal vez porque no hubo un modelo preexistente a seguir.
El funeral irlandés
Marcela Sinclair (Bs. As.) Maracatú atómico, vista de su instalación en la galería Mite, Buenos Aires, 2009. |
¿Por qué las cosas llegan a su fin? Dificultades hay, siempre y para todos. Nosotros medíamos el éxito del proyecto en cómo las residencias servían a los artistas y en el efecto que los artistas tenían sobre el entorno local. En ese sentido nos dio una gran satisfacción; ya que fueron mínimos los casos en los que no se cumplieron esas metas. [...] También hubo casos donde, contra viento y marea, diferentes artistas nos sorprendieron con su persistente entusiasmo y creatividad frente a situaciones difíciles que atravesábamos juntos, desde paros en el transporte público, cortes de teléfono o Internet, hasta dificultades personales que la vida reparte a todos por turno. Las diez semanas eran largas (en las ausencias) y demasiado cortas y veloces, siempre. Varios artistas volvieron después, de visita o para seguir elaborando proyectos por su propia cuenta; esas instancias le agregaron otra capa de marcada riqueza a la experiencia en su totalidad.
El proyecto tardó en arrancar, pero creció con una velocidad insospechada de ahí en más, en términos del número de artistas que vinieron por año, del alcance de la convo catoria, de las posibilidades que tuvimos para invitar artistas argentinos a viajar al extranjero como fruto de intercambios que realizamos, y del nivel de reconocimiento que tuvo el proyecto. Pudimos cumplir el sueño de hacerlo crecer dentro de nuestra región, especialmente con proyectos hermanos como Lugar a Dudas (Colombia), Kiosco (Bolivia) y Capacete (Brasil), además de trabajar en conjunto con instituciones de más larga trayectoria como NIFCA (Países Nórdicos), Buy-Sellf (Francia) o Hangar (España), entre otros. Vimos florecer colaboraciones ricas e insospechadas entre artistas y vecinos del barrio, recibimos más visitas de artistas y otros actores del mundo del arte de distintas partes del mundo que pudiéramos haber imaginado, y terminamos comiendo, charlando, tomando y bailando mucho más de lo planificado.
El proyecto tardó en arrancar, pero creció con una velocidad insospechada de ahí en más, en términos del número de artistas que vinieron por año, del alcance de la convo catoria, de las posibilidades que tuvimos para invitar artistas argentinos a viajar al extranjero como fruto de intercambios que realizamos, y del nivel de reconocimiento que tuvo el proyecto. Pudimos cumplir el sueño de hacerlo crecer dentro de nuestra región, especialmente con proyectos hermanos como Lugar a Dudas (Colombia), Kiosco (Bolivia) y Capacete (Brasil), además de trabajar en conjunto con instituciones de más larga trayectoria como NIFCA (Países Nórdicos), Buy-Sellf (Francia) o Hangar (España), entre otros. Vimos florecer colaboraciones ricas e insospechadas entre artistas y vecinos del barrio, recibimos más visitas de artistas y otros actores del mundo del arte de distintas partes del mundo que pudiéramos haber imaginado, y terminamos comiendo, charlando, tomando y bailando mucho más de lo planificado.
En el mensaje de e-mail que invitaba a todos a la última fiesta y cierre oficial del proyecto, escribí que “aunque en el plano intelectual reconocemos el valor de formar una institución fija y duradera, sabemos que no es lo nuestro. También hay muchas otras razones por las cuales el proyecto llegó al punto y al momento que llegó y no más allá de eso, en un rango que va desde la crisis personal a la crisis mundial con algunas escalas en el medio, pero son síntomas y no causas. Dicen que los basiliscos nacen de los huevos podridos, y en ese sentido el nombre le calzó perfectamente al proyecto; queríamos aportar algo a una coyuntura que veíamos como carente en varios aspectos, y creemos que algo hicimos.” Años después, esas mismas palabras todavía sirven para explicar el final del proyecto. [...]
Este libro
Se espera que esta publicación presente una suerte de balance de los años de actividad del programa de residencias de artistas El Basilisco [...]. Aquí presentamos un intento de mostrar por lo menos la punta del témpano, algo que quepa en la cantidad de páginas que pudimos reunir con ese fin. Al indagar la forma de encarar su obra, el modus operandi de cada uno, se pretende revelar alguna clave que facilite la comprensión de su trabajo sin dictar una interpretación predeterminada, incluso hay propuestas que todavía resbalan de un capítulo a otro. Esperamos que esa mirada subjetiva y discutible no importe tanto, ya que en las imágenes y las palabras de los artistas, se puede confiar ciegamente.
Tamara Stuby en nombre de El Basilisco
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