El X° Salón de Arte Contemporáneo de la UNT, inaugurado el pasado 10 de julio, está rodeado de algunas cuestiones que a algunos artistas preocupan, a otros molestan. Distintas irregularidades se sucedieron entre la instancia de presentación de las obras hasta la inauguración del mismo, e incluso, algunas posteriores.
Habiendo muchos puntos a analizar, decido comenzar por algunas de las obras que no fueron seleccionadas -ya siento el sabor de este análisis, un aroma a nuevo conocido-, rechazo que, sin llegar a escarpar los vericuetos que transitaríamos si llegáramos a preguntarnos qué es arte contemporáneo y qué no -debate quizás debido, procastinado sino-, resulta llamativo o alarmante.
Lo excluido
Conversando con Sandro Pereira sobre su Ready-made Criollo ya tengo una primera impresión acerca de esta selección. El Ready-made Criollo consiste en una chapa que el artista encontró en la calle, y que había sido usada para preparar un asado, la cual enmarcó en un marco antiguo, de esos que son reminiscencia de una cultura burguesa ya decaída. Típico, local, culturalmente tucumano y argentino... Una usada chapa carbonizada, aún con olor a carne asada, puesta cual si se tratara de un típico paisaje de campo que recuerda a "mejores tiempos", o a una naturaleza muerta, el clásico bodegón para el comedor de casa de la "familia bien", o la fotografía familiar, que infunde dignidad, respeto por la ascendencia. Es el otro extremo de lo típico: no son las aspiraciones aristocráticas que abundaban un siglo atrás, es lo grandioso de una simple, común, insignificante, sucia, inútil, totalmente desechable chapa, chapa usada para hacer un asado. Es el microrelato de la gente simple, del trabajador, una acción tan cotidiana y común puesta en un lugar destacado, o que alguna vez fue destacado. Una gran síntesis, donde lo desagradable, sucio y descartable roza lo poético.
Paisaje interior o Alegre Melancolía de Marcos Bauzá tiene un punto de encuentro con la pieza de Sandro Pereira. La yuxtaposición de objetos cotidianos y de desechos, en la cual podemos leer la palabra "poesía", no sólo es a la vez poesía visual, a la vez instalación, sino que quien se detenga apenas un instante, y con el título de trampolín, puede imaginar y hasta percibir algún paisaje entre urbano, entre íntimo, que habla de lo mismo: lo exterior y lo interior de un mundo que está construido por partes, por andamiajes hechos temporalmente, por estructuras más o menos firmes, por fachadas más o menos amables... Y en ese mundo, está el sujeto, como espectador y como creador, como poesía y como poeta. Los desechos de un transcurrir urbano se vuelven poesía, no sólo en lo formal y material, sino en la inteligente relación -que a propósito pone el artista- que se establece entre uno y otro objeto, entre una y otra letra, entre la palabra y la ausencia de ella. Citando al autor, que citando a Octavio Paz, enuncia: «...cuando la poesía se da como una condensación del azar o es una cristalización de poderes y circunstancias ajenos a la realidad creadora del poeta, nos enfrentamos a lo poético». Pasemos por alto lo obvio del ready-made en esta pieza -otro punto de contacto con la anterior-, donde la estufa común se comporta como una "A".
Doméstica, la obra de Guadalupe Rearte, también ronda en un tema cultural, pero uno totalmente distinto a las obras ya mencionadas. Un muy común mantel plástico presenta una imagen bordada en lana de una mujer con su vestido de novia acompañada de su esposo. Claramente, la artista plantea una postura crítica hacia la tradición del matrimonio, pero más específicamente, al matrimonio como destino ineludible para la mujer. Pero no cualquier mujer, sino la mujer de una generación en la que el mandato social estipulaba que así sea su vida, y en contraposición con la situación actual, porque son los pequeños detalles en el bordado los que nos dan la pista de una imagen de otra época, de una moda pasada. La mujer sin rostro, sin identidad, o cuya identidad partía desde la de su esposo, que sí tiene rostro, aunque más no sea levemente. La novia sin cara, que pudo haber sido cualquier mujer, el mantel de plástico, que puede ser el mantel de cualquier casa, que cualquier ama de casa limpia y pone en la mesa, y el bordado, que es una práctica casi exclusiva de las mujeres, de las mujeres de la casa, que empezaban y terminaban su vida en ella, que entregaban su vida a ella... Todos los elementos están inteligentemente usados, dando como resultado una obra clara, limpia, cuyo sentido cierra pero a la vez deja lugar al espectador a continuar "hilando" interpretaciones y otros sentidos.
Entre otras obras de cierta sensibilidad podemos incluir la de Majo Balzaretti, Niño interior. En una operación muy simple pero acertada de deshilachar o de gastar una prenda de niño en la parte de la espalda, nos presenta una imagen bastante contundente sobre las heridas de la infancia, heridas de las cuales ningún ser humano ha estado exento, y que muy sutilmente se dejan ver a través del frente de la prenda. Es la imagen del niño interior cuya inocencia ha sido vulnerada por las decepciones de la vida, y que lo marcan y acompañan durante el resto de ella, más allá de los intentos -a veces efectivos y otras no- de disimularlos, de ocultarlos, de olvidarlos tal vez...
Ahondando los impenetrables intersticios del inconsciente, Martín Denegro dibuja una interesante dimensión de la subjetividad con su obra Limbo edípico. En esta suerte de dimensión fantástica un infinito estrellado completa el horizonte mientras en el centro coexisten seres sexuados, alterados, alienados, de cartulinas fluorescentes; allí, se entremezclan los fantasmas de la muerte y los deseos de las relaciones humanas, de los vínculos contradictoriamente amorosos y a la vez hostiles -en las palabas del autor-. Este espacio del Limbo edípico resulta ser un intento estético de subsanar las irresueltas problemáticas de la psiquis humana, un intento de propiciar un viaje insospechado en la propia subjetividad, un viaje por un espacio estrellado, colorido, simple y en extremo complejo a la vez.
Volviendo sobre las relaciones humanas, sobre los vínculos, pero desde un punto de vista más bien sociológico que psicológico, Magda Coll Quintana abre preguntas acerca de estas cuestiones con su obra Transformable III. Una sucesión vertical de espejos ubicados perpendicularmente sobre un soporte en el cual se pueden ver siluetas de personas, abre, como dije antes, una serie de cuestionamientos acerca de la sociedad, acerca de los vínculos entablados en una comunidad urbana, que a veces por su carácter de urbana peca de ajena, de individualista, de solitaria, de excluyente. El espectador que atiende a esta pieza se ve entreverado con estas siluetas y a la vez con su propio entorno, pues todo se refleja en los espejos, cuya disposición genera efectos transformables, totalmente mutables, sobre nuestra propia imagen. La propuesta es interesante ya que juega -a favor del sentido de la obra- con las siluetas, el reflejo en los espejos y el efecto de movimiento constante que se produce al recorrer la obra. Una suerte de metáfora de nuestra forma de relacionarnos en la sociedad, tal vez? Qué connota, más allá de lo mutable, el movimiento constante de la imagen de nosotros mismos cuando entra en contacto con la imagen del Otro, de ese Otro social?
De manera similar, Jacob Paz aborda la cuestión social desde el punto de vista de las sociedades de masa en su obra Hoi polloi (la mayoría). La rotunda imagen de seres iguales, sin identidad diferenciada uno del otro, marchando hacia un destino que es desconocido para el espectador, habla sobre las conductas sociales de las sociedades en las que los comportamientos responden a la masividad, a la mayoría, con total consentimiento y hasta en plena actitud de desentenderse de cualquier nota de originalidad, de cualquier cuestionamiento sobre esa masa unívoca que se conduce -y es conducida- ciegamente. Ciegamente porque los sujetos no ven bien, porque sus rostros demacrados y sin rasgos característicos hablan de la alienación, porque sus bocas cocidas no dan lugar a preguntas, no dan lugar a la palabra: sólo cuenta la voluntad -voluntad?- de la mayoría; quién conduce a esa mayoría? Los medios, los gobiernos, los deseos, la ignorancia... Y así conducida, ¿cuál es su destino?
Preguntándose sobre el devenir en la ciudad, Lulik Pastor y Daniel Montoya presentan en su fotografía Si el cielo sangrara... un claro intento por retratar este acontecer diario, agitado, siempre motorizado por el sistema que no descansa, y que mueve a los ciudadanos a seguir esa rutina. El ser humano, que jamás renuncia a su fuerza vital y a su espíritu que se resiste -a pesar de la adaptación al medio- a dejar de lado toda humanidad para servile sólo al sistema que produce, consume, desecha, construye y destruye; ese sistema que en la urbe encuentra su "hábitat natural" para procrear sin descanso productos artificiales, y entre el que surge de nuevo ese hombre que en su intento de recuperar aquello de humanidad que el devenir diario le quita, alza su mirada al cielo, que boceta una respuesta, una respuesta roja, fuerte. Su respuesta es sangre.
Hasta aquí, estas obras. Ahora ya en el caso puramente de lo formal, Alejandra Galván propone una instalación realizada con cintas adhesivas de colores que juegan con el espacio real. Es tajante, concreta, habla de la pintura: qué es la pintura, o qué dejó de ser, o qué podría llegar a ser? No hay cuadro, no hay bastidor, no hay marco, no hay límite preestablecido, el único límite es el formato lineal de la cinta y sus dos únicos colores, pero que en tanto límite formal, no limita conceptualmente, sino que abre más posibilidades de sentido hacia las preguntas que ya mencioné.
Y en esta indagación formal también se ubica la pieza de Isolina Molina, Des-encuentros, donde el puro gesto de la artista encuentra un lugar de arraigo en el bastidor; el gesto autómata, rápido, sin velos del pensamiento que se interpongan en el movimiento. Dos extremos que jamás se tocarán, jamás se cruzarán, quizás sea lo único "consciente", pensado, calculado en esta pieza, y es justamente la imagen cerrada que nos ofrece.
Las obras aquí analizadas pueden verse en el AlterSalón de Arte Contemporáneo 2013 de Tucumán, un proyecto de Salón Alternativo, abierto, sin fecha límite de presentación de obra.
Cuando no alcanza el tiempo...
No todo es elección de los jurados, a veces el tiempo decide por uno, y el tiempo es inexorable. Algunas obras quedaron fuera porque no llegaron a presentarse a tiempo, a pesar de los 2 (dos) -y he de poner entre paréntesis cual nomenclatura de contador, a ver si así se entiende el énfasis en el número- días de prórroga que se dieron para la presentación de las obras al salón.
Algunas propuestas interesantes que valen la pena rescatar, y a manera de anécdota, no sentirse un estúpido ni el más desgraciado cuando le ocurren eventualidades que a todos le pasan. Por un lado, la obra de Gaspar Núñez, Pared cedida, que originalmente estaba pensada para instalarse en una pared del museo, en la que se leería la palabra "CHORO" escrita en rojo, presentaría una fuerte y rotunda crítica hacia las actuales autoridades de la UNT, más precisamente al rector, ya que en un giro eficaz, el autor ubica los nombres de este y de la vicerectora de la UNT avalando su propia crítica, a modo de catálogo de muestra. Sencillo y totalmente fuerte. Así, arbitraria, desmedidamente, aquel personaje que alguna vez dijo que "el arte es un hobbie" es el mismo que aparece en los catálogos de todas las muestras que surgen de la Facultad de Artes. Tan sólo una contradicción más... La anécdota? Llegó tarde, lo asaltaron y perdió la cámara donde hacía el registro de la no-presentación de la obra.
El mismo Jacob Paz que ya quedó fuera con una obra, un error de cálculos y temperatura desfavorable hizo que retrasaran el término de otra pintura interesante acerca de la violencia en el fútbol. Será para otra. Y Hernán E. Rodríguez corrió con la misma suerte ya que entre la toma de la Facultad de Artes y el traslado de su no terminada escultura hasta su casa, terminó por romperse. Otros artistas compartieron su similar desaliento al comentarme que no habían llegado a presentar sus obras, como Fausto Verón y Rodrigo Aredes Leiva.
Cuestión de políticas: el Museo de la UNT (MUNT)
Aquí hay varios puntos a analizar en torno a las políticas de la institución con respecto a las Artes Visuales. Por un lado, pensemos en los jurados, sobre todo en los que son artistas, porque admito mi total desconocimiento acerca del arquitecto José Luis Sazzer y su trayectoria. Marcelo Lazarte (ganador del Primer Premio de la edición anterior de este salón), y Eduardo Joaquín, realmente no importa que ambos sean docentes del Taller A de Pintura de la Facultad de Artes, pero quizás llame la atención que entre los distintos espacios de arte contemporáneo, y no hablo sólo de espacios físicos sino de investigación, de producción, de gestión, no resuenen sus nombres. No me queda claro si para ser jurado de un salón de arte contemporáneo es necesario tener cierta edad, cierta afinidad con los directivos, ciertos criterios estéticos en común o alguna otra cosa que resulta de difícil visibilidad. En realidad, los directivos son quiénes deciden sobre el jurado, pues es la institución la que convoca al salón y organiza a estos. Destaca, sin embargo, que en esta ocasión hayan habido dos jurados, uno de selección y otro de premiación. Quizás sea muy subjetivo mi planteo, pero difícilmente puedo imaginarme a los jurados de selección debatiendo con Fernando Farina sobre arte contemporáneo, aunque nada está resuelto: en el MACRO no faltan las diferencias, pleitos y legados en discusión, pues si bien la gestión de Farina fue muy buena, logrando concretar una colección de arte contemporáneo única, hoy en día el MACRO no está exento de crisis, crisis de todo tipo. Repito, queda abierta la posibilidad de mi visión subjetiva. Como diría un gran ejemplo de la chabacanería faranduril, "lo dejo a su criterio", pero creo que hay una gran distancia entre ser curador de la Bienal de Venecia de Nicola Costantino y el circuito provinciano endémico de Tucumán. Y no me refiero a que Tucumán, Rosario, Buenos Aires o Venecia sean peor o mejor uno que otro, sino a las distancias entre un jurado y el otro. El jurado de premiación no tiene más opciones que premiar entre los seleccionados, ya filtrados por criterios dispares. A algunos les parecerá esto enriquecedeor; personalmente, me parece insensato.
La cuestión organizativa de la institución deja ver de alguna manera, en la convocatoria, en la recepción de obras y la selección, que estuvo por demás acompañada de incómodas situaciones. Ya el lunes 8 de julio, dos días antes de la inauguración, los artistas se estaban preguntando sobre el destino de sus obras, pero oficialmente no había un comunicado. Pasó el feriado del 9 de julio. La ansiedad aumentaba. Llegó finalmente el día de la inauguración. Ese mismo día, a las 14.02 hs. la organización del MUNT publica sólo a través de su perfil de Facebook la lista incompleta de los seleccionados. Debido a los comentarios de los artistas en esta plataforma, a las 19.07 hs. (no hacen falta calculadoras, tan sólo "cortas" 5 horas después) se publicaron los seleccionados que por una equivocación no se habían publicado en la lista anterior. Aquí, estamos a una hora y media de la inauguración, y en este momento algunos artistas se estaban enterando que habían quedado seleccionados, mientras que otros se enteraron hasta después de la inauguración... No faltó el artista que, estando fuera de la ciudad, tuvo que llamar al museo para enterarse que su obra había sido seleccionada; aún así, sólo encontró en este medio del Boletín de Artes la lista de seleccionados del Salón, ya que nunca se la publicó en la página del museo.
Al respecto, bien lo establece Lilian Prebisch, docente de la Facultad de Artes y de la carrera de Museología, cuando en una entrevista dijo que "las políticas hacia las artes visuales no están definidas o clarificadas en un sentido específico. En un Museo deberían explicitarse la misión, los objetivos, los públicos a los que se quiere llegar, etc. Tampoco las líneas de gestión de la institución están claras." Hay falencias en cuanto a lo museológico, de alguna manera los pequeños detalles errados pero que se producen de manera sistemática hablan de una institución donde falla el profesionalismo, donde el personal no atiende según claras pautas y políticas las demandas del público que puede "consumir" arte, o más precisamente, producción de artes visuales, como así tampoco considera las necesidades de esta producción o de sus productores.
Es imposible hablar de este salón sin pasar por los criterios con que se considera una obra de arte -sino hasta la concepción de lo que esta es. Dejemos esto asentado. El ya mencionado artista -quien me pidió no se publicara su nombre- que se encontraba fuera de la ciudad, hizo el envío de su obra correctamente embalada. Al momento en que quien escribe asistió al salón, días después de la inauguración, su obra ya montada aún tenía las tanzas de seguridad que el artista le había colocado en el embalaje, inutilizando su obra ya que se trataba de una caja con un juguete en su interior, que el espectador podía mover. Si por el milagro del internet y de las comunicaciones este artista no conseguía una foto de su obra montada, los montajistas se hubieran convertido en co-autores: una nueva obra surgía con la tanza del embalaje. Ya en la edición anterior de este salón un artista tuvo que reclamar ante el museo pues habían montado su obra de manera totalmente errónea; en la memoria descriptiva de la misma estaba claramente estipulado el montaje, y la sorpresa se dio cuando en el museo se encuentra con una obra completamente distinta, pues el montaje era clave para el sentido de su pieza. En la edición del año 2011, la obra de la artista Evi Tártari pasó por una situación similar. En una entrevista relata que si bien en su carpeta se determinaba claramente, a través de la descripción, fotografías e ilustraciones, que la obra debía estar montada en la pared, el día de la inauguración sucede que aparece en un pedestal. ¿Qué sucede que el montaje de repente parece algo arbitrario? ¿Dónde está el respeto y el valor por la obra y por el artista? Una obra montada de otra forma, es otra obra. Terminando algunos ejemplos, la obra rechazada de Magda Coll Quintana, que obviamente no llegó a montaje alguno, sufrió la rotura de algunos espejos, tan sólo en la instancia de selección.
Más allá de las cuestiones de montaje, pero sin alejarnos de este punto en relación a la obra de arte y la forma de concebir esta por parte de una institución, no podemos dejar de lado lo sucedido con la obra de Leonel Marchesi. El sillón de Rivadavia y los monton champion (Rivadavia´s room) consistía en una instalación que entre sus partes constitutivas se incluía una jaula con un gallo dentro de esta. Ante tal encuentro de un animal vivo, el jurado le solicitó al artista que retire el gallo, condición para que pueda quedar seleccionado para el salón. Esta "edición" llevada a cabo por el jurado y avalada por la institución, habla de esa concepción que se tiene de la obra de arte, del artista en su carácter de autor. Si bien es comprensible que puede llegar a ser controversial presentar un animal vivo como parte de una obra de arte (no nos olvidemos el reciente incidente ocurrido en el Virla con una obra que contenía una rata viva), es aquí donde la institución debe tomar decisiones, y en ellas se evidencia la postura de la misma con respecto a un artista y su obra: una opción, la censura del gallo, que fue la opción llevada a cabo; la otra alternativa, era que el museo propiciara todos los permisos necesarios para exhibir el animal como parte de la obra, de ser necesarios estos, o levantar un acta dejando claras las condiciones aptas para que el animal sea parte de la obra, o cualquier documento pertinente al caso. Qué distinta perspectiva se asoma cuando nos imaginamos un museo que toma partido por el artista y por su obra. Pura ilusión. La censura ganó un segundo premio, pero perdió fuerza, sentido, eficacia.
Una visión desde la Institución
Es importante admitir que esta sección no estaba prevista para el artículo. Sin embargo, al asistir un día cualquiera a ver el salón, casualmente pude recabar alguna información al respecto de todas estas cuestiones planteadas. Mientras sacaba fotos de la primera sala, escucho unos pasos agitados que se acercan, que en la soledad del museo se escuchaban estrepitosamente. Se acerca una mujer del staff del museo y me dice que no puedo sacar fotos, y ante mi pregunta sorpresiva de "¿no puedo sacar fotos?" me dice que si son con flash, no. Continúo recorriendo las salas, y en la última de estas, esta persona regresa y me reitera que no está permitido sacar fotos, pero que sin embargo me da a entender que aquí en Tucumán hay mayor flexibilidad, y que continúe sacándolas sin problemas... mientras me acompañaba charlando. Después de agotar los temas de la Facultad, los talleres y cátedras, sale el tema del salón. Sin que yo preguntara nada, expone su punto de vista respecto a lo sucedido; según sus palabras, la organización del MUNT llamó a todos los artistas seleccionados para avisarles, uno por uno, y que algunos no respondieron, como así también se les mandó un e-mail. Por otro lado, que el trabajo fue más que arduo, ya que debieron organizar y montar todo en muy poco tiempo, debido a que el feriado del día 9 de Julio les quitó un día de trabajo. Y al respecto de la ausencia de la lista de seleccionados en la página del museo respondió que el personal encargado de actualizar la página estaba siendo renovado y que luego de julio recién se podría acceder a subir la información.
Arriba mencioné que la edición del jurado estuvo acompañada por el aval de la institución, justamente porque al interrogarla sobre esta decisión tomada sobre una obra por parte del jurado, respondió que "si bien entiende la locura del artista o la intención de expresarse libremente", el museo no podía exhibir un animal vivo como parte de una obra, "no se puede". Yo insisto, se puede mientras se quiere, y una institución como un museo tiene recursos y herramientas para solventar una situación como esta en la que se preserve la integridad de la obra y la decisión del autor. E insisto más, personalmente, no se trata de locura del artista o de la búsqueda de ninguna expresión: se trata de un discurso, de un planteo estético, conceptual y formal. Mientras subsistan instituciones que consideren que la producción de los artistas tiene su origen en la locura, en la búsqueda de ese expresarse libremente, en esa imagen bohemia que hace más de un siglo dejó de existir, imagen del artista aislado de la sociedad que busca la inspiración en la soledad, el dolor, el sufrimiento y que quiere expresar todo esto, cual si se tratara del arte como terapia para pacientes esquizofrénicos que no pueden vivir sino a través de su locura, en fin, en tanto persistan estas consideraciones en torno a la producción artística, el arte contemporáneo está condenado a sufrir iniquidades, sólo queda que los artistas se levanten ante esto y sacudan las instituciones, o sucumbir en el intento.
Protestas históricas... y futuras?
Gentileza de "ARCHIVO", proyecto de Marcos Figueroa |
Por su parte, la ATAP, organizada, unió y llamó a los artistas a pronunciarse en contra de este salón y de los términos del mismo. Se realizó una protesta afuera del museo el día de la inauguración del salón, donde sólo asistieron las autoridades, ante la ausencia masiva de participación por parte de los artistas, mientras paralelamente gestionaron un salón en clara señal de protesta ante esta actitud censora y represora de autoridades que, no teniendo criterios estéticos, tenían la facultad de decidir sobre las obras de arte a exhibirse.
Algo así como que la historia se repite. No hay un artículo en el reglamento que diga que autoridades de una institución puedan elegir sobre las obras a seleccionarse en este Salón de Arte Contemporáneo, pero sucede que a la ausencia reglamentaria de artículos censuradores, sobra la ineficacia de una (no) política institucional que adolece de normativas acertadas y actualizadas, de criterios teóricos y estéticos en relación a las artes visuales, y de propuestas de extensión a la comunidad que sean claras y de alta calidad formativa.
Conclusión
Ante todas estas cuestiones, es menester plantear interrogantes y esbozar soluciones... ¿Cuál es, entonces, esta política que mientras promueve un Salón de Arte Contemporáneo, excluye obras de intenso tenor contemporáneo? Pero por un momento, dejemos de lado la institución y volvamos la mirada a los artistas, entonces cabe preguntarnos, ¿cuáles son las responsabilidades que tenemos ante estas circunstancias? En las redes sociales se lee el descontento popular en relación a esto, la decepción sobre los premiados, la decepción sobre un espacio que debería aspirar a otra cosa... ¿Pero cómo hacemos manifiesto este descontento, para que sea eficaz y promueva el cambio concreto? ¿Cómo y de qué manera nos pronunciamos y llevamos adelante nuestra protesta? Muchos dicen que, sabiendo quiénes son el jurado, uno sabe a qué se atiene y acepta someterse a los criterios de este. Pero si hay una opinión general que manifiesta descontento, desacuerdo, que va desde la selección de las obras, pasando por la selección del jurado hasta las cuestiones administrativas -que tampoco funcionan de manera eficaz-, ¿no se trata entonces de una deficiencia que responde a la dirección de la institución, y a aquella política cultural? Se convierte en necesario que los artistas reaccionen para que la historia no se siga repitiendo.
Y finalmente, es importante rescatar algunas obras que, en medio de todo este alboroto, son ejemplares sobresalientes de los cuales que mucho se puede decir y analizar. Tal es el caso de la gran fotografía de Gabriel Chaile, El Caballero -que recibió una mención del jurado-, la pintura Amante imaginario de Verónica Corrales, el Me Gusta de Gonzalo Sebastián Jorge, la obra de María Aráoz, No retornable -muy poética, frágil y sintética, sintética por el plástico y por su alto grado de síntesis-, Último mensaje de texto de Pablo Iván Ríos, la instalación de Leandro Rodríguez Varela, el mismo segundo premio de Leonel Marchesi, Ávido de creer, de Pablo Córdoba, la obra Oferta del día de Jessica Morillo -que de manera magistral convierte prendas femeninas en símiles pedazos de carne a la venta-, los corazones cocidos de Cecilia Molina o hasta una de las pocas obras escultóricas presentes, Génesis, de Silvia Aranzana. Los videos, muy lamentablemente, no estaban disponibles, pero hubiera sido interesante verlos y algunas piezas más que en este momento mi memoria no atina a ubicar, pero que sin duda eran de calidad.
Las fotos "prohibidas"
He aquí algunas fotos del X° Salón de Arte Contemporáneo de la UNT 2013, que quizás no debiera publicarlas, pero a pesar de ello, lo hago. En realidad, las fotos habían sido sacadas no pensando en publicarlas sino en guardarlas en un archivo personal. En el transcurso del salón, mi parecer cambió.En las fotos, nada perturbador, a excepción de algunos ejemplares, quizás?
2 comentarios:
Me encanta leer estas notas! buenísimas! Se puede disentir a veces... o no... ni siquiera eso importa... a mí me puede la actitud ... y este sitio lo tiene. Abrazos!
Gonzalo Sebastián Jorge sigue viviendo en tucumán??
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